viernes, 24 de septiembre de 2010

Hace rato...

La lucha comenzó hace rato, no hoy, no ayer, no hace 72 días: comenzó hace mucho, quizás demasiado tiempo. Incluso antes que los 200 años que celebramos, o que nos obligan a celebrar. Porque sí, entre los 33 mineros, Piñera y su verborrea, las celebraciones del 18, las luces, las cumbias y toda la parafernalia, pareció pasar desapercibido el más importante de los acontecimientos: conflicto mapuche, la huelga de hambre por la ley antiterrorista(entre muchas otras injusticias).
La notita del cómo bajar de peso post empanadas, las cuentas positivas de los fonderos, y la fiesta que se armó en la pampilla gracias a Américo, parecen chistes al lado de la gravedad del asunto Mapuche. Que gente vaya a morir porque exige justicia parece no importarle a nadie, o por lo menos tratan el tema cómo si así fuera. La cosa no es movilizarse por hacer show, el tema es grave, es importante, nos compete. Sí, hay modos y modos, unos más legítimos que otros, dicen, pero es necesario agacharse, parar y trabajar para tomar impulso, para levantar otros.
Nosotros, los que aspiramos de una u otra desarrollarnos en el ejercicio de la comunicación, debemos tener claros los nortes y los sures. Saber, sentir el deber de mostrar aquello que parece no tener sentido aparente, o cercano por lo menos, mostrar esa ley que se burla de ellos por ser de la etnia a la que pertenecen, esa ley que se ríe a carcajadas a de los derechos civiles, ciudadanos.
Podemos estar de acuerdo o no con las formas de protesta, con los paros, con las tomas, con las marchas, con las huelgas de hambre colectivas, con todo o con nada, pero con algo que jamás podremos estar de acuerdo es con esa ley absurda que los reduce, sin condena, sin pruebas, sin juicios prontos, a ser una etnia más, los bichos raros en esta sociedad enferma de historia, de sentido, de origen y de identidad.

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